La nomenclatura contable a veces puede resultar confusa. Por ello, queremos clarificarte los conceptos principales. Uno de los términos más utilizados en este sector es “circulante”. Este término se refiere a los bienes y derechos de los que la empresa puede disponer a corto plazo. Para simplificar, es todo aquello que puede convertirse en dinero líquido de forma casi inmediata.
Es importante que las empresas, sean del tamaño que sean, cuenten con cierta cantidad de circulante para afrontar imprevistos y realizar inversiones. Además, las entidades financieras valoran muy positivamente su disposición cuando evalúan un proyecto para el que se solicita financiación.
Sin embargo, sabemos que es muy complicado sostener un negocio sin contar con la colaboración bancaria. Por ello, es necesario incluir en la gestión un análisis financiero que tenga como eje este concepto y los que se derivan de él.
Activo y pasivo circulante
Dentro del mismo concepto se distinguen dos grupos, activo y pasivo, fundamentales para analizar la salud de cualquier organización. Las características básicas de los citados elementos son las siguientes:
Pasivo circulante
También se puede llamar pasivo corriente. Se trata de las obligaciones y deudas que vencerán en menos de un año. Por tanto, consta de los recursos financieros que no forman parte de la estructura de la compañía, sino que estarán en la misma temporalmente. Podemos considerar como pasivo circulante a:
- Créditos comerciales
- Créditos bancarios
- Pagarés
- Factoring
Activo circulante
Es también denominado activo corriente y abarca el dinero disponible, así como todo aquello que puede reducirse al mismo en un plazo de doce meses, incluso si procede de la cancelación de pasivo circulante o corriente. Por tanto, el activo circulante se identifica con:
- Caja
- Cuentas en el banco
- Clientes y deudores
- Inversiones a corto plazo
- V.A. a favor
- Almacén
- Trabajos por cobrar
- Material e intereses pagados por adelantado
Estas dos dimensiones son variables fundamentales para evaluar la solvencia de una compañía, ya que muestran su margen de acción en el balance. No obstante, para dimensionar este factor también es importante la cuestión del capital circulante.
Capital circulante o fondo de maniobra
Es el resultado de restar al activo el pasivo, teniendo en cuenta de que la cifra obtenida se corresponde con la cantidad que se posee libre de deudas. Así, nos hacemos una idea de lo que la firma necesita para mantenerse a diario. Del mismo modo, se puede examinar la rentabilidad de las inversiones, una vez que se cumpla el ciclo del capital circulante.
Este es el lapso de tiempo que transcurre entre producir o proporcionar el servicio pactado y su cobro. Teniendo en cuenta lo que hemos visto, cuanto mayor capital circulante tengamos, mayor puede ser el tiempo existente entre estos dos puntos. Por ejemplo, si somos un estudio de arquitectura y no cobramos hasta que la obra haya finalizado, tenemos que tener el capital circulante necesario poder sufragar los gastos necesarios hasta entonces.
Evidentemente, cuando trabajamos en varios proyectos a la vez y simultaneamos inversiones es un proceso más complejo, pero afortunadamente, hoy en día es mucho más sencillo controlar dicho flujo de capital debido a las herramientas digitales de contabilidad que tenemos a nuestra disposición. Gracias a la ya clásica hoja de cálculo, basta con registrar rigurosamente todos los datos para evaluar en qué lugar está nuestra empresa. Incluso es posible diseñar un software personalizado y adaptado a las particularidades de la entidad en cuestión.
Asimismo, la era digital y la apuesta por la transparencia de los nuevos modelos de negocio te permitirán saber en qué posición estás dentro de tu sector, ya que podrás comparar tu balance con el de otras compañías integrantes del mismo.
Por tanto, controlar el circulante es indispensable para tomar decisiones sensatas en cualquier firma. Estos datos delatarán el estado de la misma, su capacidad de riesgo y su capacidad para financiarse. Aunque lo ideal es que el dato sea positivo, en el caso de que sea negativo, no significa el final, pero sí indicará que se deben tomar decisiones, como vender parte del pasivo circulante, buscar un asociado que amplíe capital o bien, endeudarse a largo plazo, si el dato no es demasiado delicado.
Finalmente convience hacer hincapié en un punto sobre la rentabilidad del circulante; este puede considerarse como “un mal necesario” dentro de una organización ya que supone tener disponible tesorería “improductiva”, de ahí que existan compañías especializadas en su financiación con las que según un buen estudio se pueden sacar rendimientos interesantes.
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